viernes, 16 de julio de 2010


Sentaste tus encantos en el sofá. Tu lunar encajaba con mi cuello en un abrazo y sonreía cuando tu boca se derretía en besos sin intenciones.
Venga. Ven un poquito más cerca, y bésame hasta desgastar el sabor de tu lengua. Y abrázame, que el sofá es muy pequeño si lo llenamos de tantos besos y tanta locura.
Y más fuerte. Hasta que te rindas. Hasta que olvides donde has dejado la ropa, hasta que el móvil se canse de sonar.
Hasta que nos duelan las pupilas de comernos con los ojos.

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